Papel de la madre durante la transición a la alimentación complementaria

 ¿Qué viene a tu mente cuando decides ser mamá? Según estudios una de las cosas que más les preocupa a las futuras mamás es ¿cómo van a alimentar a su hijo?, haciéndose preguntas que van desde ¿daré lactancia materna exclusiva?, hasta ¿qué le daré de comer cuando inicie la alimentación complementaria… compraré papillas? ¿Yo, se las prepararé? ¿Cómo debo hacerle para darle de comer? ¿Será lo adecuado para su edad? Además, de todos los mitos que rondan entre la lactancia y la alimentación complementaria, esa es otra gran batalla que las mamás primerizas tienen que pasar, entre otras cosas.

Es importante resaltar que México, el 10% de menores de 6 meses presentan un consumo temprano de bebidas endulzadas y otros alimentos dulces, cuando no debería consumirse ninguno de estos alimentos como parte de su dieta, además de que la diversidad alimentaria durante la alimentación complementaria ha disminuido en un 70.9% y el consumo de alimentos ricos en hierro sigue siendo un reto.

La alimentación es una actividad esencial para la vida, es el medio de subsistencia y está presente en todas las especies de seres vivos, jugando un papel fundamental desde el origen de la especie humana, siendo una función biológica vital y al mismo tiempo una función social esencial.

En los seres humanos los modos de alimentarse, preferencias y rechazos hacia determinados alimentos están fuertemente condicionados por el aprendizaje y las experiencias vividas en los primeros 5 años de vida. En general, el niño incorpora la mayoría de los hábitos y comportamientos alimentarios a esa edad y puede verse afectada por factores, psicológicos y sociales.

Cuando él bebe llega a los 6 meses y cambia la forma en la que obtiene sus nutrimentos, su dieta debe de ser complementada con otros alimentos además de la leche materna, ahora viene lo más difícil: que si darle primero las verduras o las frutas, que el huevo y la fresa no, porque son alérgenos.

Y las cosas no se facilitan, porque, además de eso se deben considerar factores culturales relacionados con la alimentación, las creencias, las características socio demográficas, la disponibilidad de alimentos de la familia, y los padres tienen que ser capaces de reconocer y atender las señales de hambre, saciedad, agrado y desagrado del niño. Ya que esto asegurará que su crecimiento sea adecuado, se establezcan estilos de interacción promotores de un buen desarrollo tanto en lo biológico, psicológico y social, permitiendo un desarrollo de conductas mutuamente reforzantes durante los primeros años de vida, aumentando la probabilidad de que se mantenga la satisfacción y la cooperación mutua, y a partir de eso surjan estilos de interacción que sean promotores de un buen desarrollo psicológico.

Desde lo interconductual esa interacción entre el niño y la madre, adopta una concepción interactiva de la relación diádica, enfocándose en las formas específicas de la interacción en el hogar, así como su impacto en el desarrollo. Este enfoque parte de que el comportamiento de los padres en situaciones de interacción con los niños depende de las características y tipo de conductas de estos, y que a su vez la conducta infantil varía de acuerdo a las características y conductas de los padres. Consiste pues en el entrenamiento informal del niño como escucha y como observador de las acciones y verbalizaciones de la madre,  así como de la situación particular que se viva, en este caso el momento de la alimentación, permitiendo un aprendizaje gradual para ambos que favorecerá el mantener, identificar y modular las señales de interacción entre la relación diádica. Esto a su vez enfocándose en las formas específicas de interacción durante el proceso de alimentación, visto como un proceso continuo en el que el niño es inicialmente regulado por las propiedades del ambiente y las conductas de la madre, para posteriormente ir hacia un papel progresivamente activo con respecto de su propia conducta hacia los alimentos y la conducta de la madre. Por otra parte, este entrenamiento informal del niño como escucha y como observador de las acciones y verbalizaciones de la madre, favorece su ajuste a los criterios sociales, promoviendo el ajuste del niño a los criterios sociales que regulan la vida diaria de una cultura y un grupo.

Reconocer el papel activo del niño en su alimentación, el impacto en las estrategias que emplea la madre y las regularidades en su comportamiento en la interacción con el niño durante el comportamiento alimentario permite que se establezca un patrón alimentario; que favorecerá el proceso de alimentación, desarrollándose en un ambiente que promueva su crecimiento y desarrollo, ya que está determinado por circunstancias emocionales, educativas, psicológicas y culturales desde la primera infancia y orientan la aceptación, el gusto, pero también el rechazo por los alimentos, permitiendo adquirir hábitos alimentarios saludables que pueden permanecer hasta la vida adulta, mientras que se establece un vínculo madre-hijo, favoreciendo su transición a la alimentación complementaria, con el empleo de prácticas alimentarias satisfactorias, que favorezca un mejor estado de salud y nutrición.

Visita: https://www.youtube.com/watch?v=qkKVG-HMmPE

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Acerca de nuestra divulgadora invitada: Soy Karla Elizabeth Estrada Contreras, licenciada en Nutrición de formación, con estudios en posgrados en la disciplina de Psicología, me apasiona la investigación con un enfoque clínico-comunitario, me encanta el trato con la gente, el poder compartir mis conocimientos y habilidades, desde un aula hasta la comunidad.

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Esta entrada es el resultado del taller Escribir para divulgar, donde los participantes han empezado a desarrollar habilidades de escritura, para compartir eso que saben o que les gusta acerca de la ciencia y la tecnología.

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