Actividad #37 «Detonaciones microtextuales»

Actividades de escritura creativa para jóvenes y adultos.

Imparte: Deniss Guerra

Gracias por seguir participando, ya muy pronto podrán ver el proyecto final de sus participaciones. Por ahora, seguiremos escribiendo, ahora estaremos subiendo las actividades cada martes.

Uno de los lugares más míticos de las historias son los laberintos, además han sido utilizados como símbolo de la complejidad de nuestra mente y hasta de nuestros propios demonios. Ahora trataremos de hacer algo distinto con loslaberintos.

Actividad #37

Instrucciones

Deberás escribir una minificción que se desarrolló en un supermercado construido en un laberinto. Es importante que añadas la siguiente frase, al inicio, en medio, o al final del texto, «estar árbol a veces, es quedarse mirando», verso de un hermoso porma de Carlos Pellicer titulado Discurso por las flores.

No olvides:

  • Título de 10 palabras.
  • Texto de no más de 120 palabras.
  • Tema: supermercado en un laberinto.
  • Agregar la frase «estar árbol a veces, es quedarse mirando».
  • Subir el texto a comentarios.
  • Firmar con nombre o seudónimo.
  • Límite lunes 24 de agosto hasta las 23:59 hrs.

Recomendación musical

Minificción recomendada

Realidad ausente

Vio en el banco cómo la jubilada embolsaba el dinero; la siguió y, cuando pasaron frente a la estación de ferrocarril, le arrebató el bolso y subió al tren que ya partía. Ella fue tras él, pero el tren se puso en movimiento sin que pudiera abordarlo. Desde la ventanilla la saludó con la mano y fingió arrojarle el bolso a los pies. Le divertía sumar decepción a la angustia. Pero ella se inclinó a recogerlo, lo apretó contra su pecho y su expresión pasó de la desolación a la gratitud. Confundido, constató que el bolso ya no estaba con él y echó una rencorosa mirada en derredor. Los otros pasajeros, todos a la vez, le devolvieron una sonrisa idéntica, mitad burla, mitad complicidad, y se borraron en lo que dura un parpadeo. Asustado, abandonó atropelladamente el coche que, salvo por el bolso sobre el asiento, quedó completamente vacío.

Raúl Brasca

8 Replies to “Actividad #37 «Detonaciones microtextuales»”

  1. El mercado infinito «Toda cosa que existe la encuentra aqui»

    Entre al famoso supermercado. Vislumbraba miles de pasillos con estantes sin fin.
    -¡Bueno! estar árbol a veces, es quedarse mirando. -dije.
    ¡Sólo queria cereal! Caminé por la orilla haber si estaba el pasillo; lo encontré, pero al meterme empezo alejarse la sección, los estantes se movieron, me jalaban mientras se acomodaban extrañamente. Se detuvieron, estaba al inicio de un laberinto. Me olvide del cereal busque la salida ¡no la hallaba!
    -¡Quizas tengo que encontrar lo que buscaba para salir!
    Observe, unicamente ingredientes para preparar comida. Estaba desesperado.
    – ¡Y si las pista para encontrarlo son aquellas cosas con lo que se elabora!
    Me alegre, pero ¿de que ingredientes esta hecho el cereal? Ojala leyera la caja cuando los desayunaba. morire encerrado.

    1. Uriel, muchas gracias por tu compromiso y entusiasmo de seguir escribiendo. La idea es muy buena, creo que es parecido a lo que a veces nos pasa de «venía por algo y ya olvidé qué era», y buenísima la alusión a que nadie leemos los ingredientes de los cereales. Solo un par de acentos que sí le dan otro sentido a tu texto y listo. Muchas gracias por esta pesadilla.

  2. Ayer me perdí en el mañana. Hoy sigo buscando la salida.

    Recorriendo los pasillos intrínsecos de la nostalgia, me perdí. Sus estrechos rincones agobiaban mis deseos y alimentaban la desesperanza. No había salida a ese confuso arreglo de muros y caminos vacíos. De repente, vislumbré un supermercado. ¿Qué hacía en este lugar? ¿Cómo llegó? Pero aún más importante… ¿venderán esas galletas de mi infancia? Siempre las busco, pero nunca están. Creo que ya no recuerdo a que saben, sospecho que, al igual que mi infancia, tendrán un sabor dulce. Soy un árbol con las raíces perdidas, que, después de abandonar el bosque, solo encontró desiertos y tundras. Ahora en mis adentros, solo puedo quedarme quieto. Estar árbol a veces, es quedarse mirando. Ese supermercado vende de todo, menos lo que busco.

    Arthur Dent

    1. Arthur, muchas gracias por el entusiasmo y el compromiso con el taller, es un gusto seguir leyéndote. En cuanto al texto, no sé si sea intencional pero me parece que manejas súper bien la idea de que por andar buscando algo uno se pierde, pero más allá de perderse en un lugar físico en un lugar en los pensamientos, como cuando quedamos atrapados en sueños donde hay un montón de puertas de lugares combinados de toda nuestra vida. el título me encantó, usaste los elementos bastante natural, creo que dudar de la aparición de los laberintos repentinos es parte de su misterio. Gracias

  3. <>

    Estoy cansado de ser el que siempre va a los mandados, y luego me regañan porque me tardo demasiado o porque no compro todo lo que me encargan, la última vez que vine tardé 6 meses en salir, esta vez traje mi mapa para no perderme, sólo tengo que concentrarme… 3 pasos hacia la izquierda: pasillo de artículos de limpieza, 5 hacia la derecha: mar de arena egipcio, 7 de frente: lácteos, 9 pasos más: panadería, 21 a la derecha: Bahía de Disko, 12 hacia la izquierda: embutidos, 13 hacia adelante: Bosque de sequoias, ahí está de nuevo, pobre, sin poderse mover, en fin, estar árbol a veces, es quedarse mirando ¿En qué iba? Oh no, me volví a perder.
    -Ajelet-

    1. Ajelet, te agradezco muchísimo la participación, entusiasmo y continuidad al proyecto. Qué divertido y real el texto, no solo nos olvidamos a veces de las cosas que estábamos por hacer cuando llegamos al destino sino que nos perdemos, me encanta que el laberinto sea tan parte del supermercado que hasta en el título lo haces evidente. Todo parecía ir bien para tu personaje pero das un buen final, muchas gracias.

  4. ¿Inspiración?

    Tal vez Octavio Paz se inspiró en los supermercados para escribir su obra “El Laberinto de la Soledad”. A lo mejor le pasó como a mi amigo Guillermo “totoro” quien todavía se sigue perdiendo en el supermercado cuando va a comprar la despensa. Me dijo que cuando tenía 7 años fue al supermercado y fue a la sección de juguetes, por quedarse contemplándolos quieto como dijera el poeta “Estar árbol a veces es quedarse mirando” no se dio cuenta por donde se habían ido sus papás y se perdió. El supermercado se le asemejaba a “La casa de Asterión” y luego de dar muchas vueltas corriendo halló el camino a la entrada principal donde lo estaban esperando sus papás pacientemente.

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