Saber ancestral: Sí ¿Y Ciencia? ¡También!

Fuente: Leviatán

Un tema poco abordado en blogs dedicados a la ciencia, pero muy relevante, es el de la formación de vocaciones científicas en mujeres de origen indígena.

Uno bien podría preguntarse ¿Pero por qué debe considerarse de importancia este tópico? Veámoslo así, en México, conforme a la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), un aproximado de 25.7 millones de personas, el 21.5% de la población, se definen como indígenas; mientras que se estima una población de 12,025,947 personas que viven en hogares de origen indígena. De este total, un aproximado de 6 millones son mujeres (INEGI, 2015).

Muchas de ellas, tienen limitado acceso a la educación, ejercen la maternidad desde muy temprana edad, viven en condiciones de precariedad económica y en frecuentes ocasiones, son víctimas de situaciones de violencia y discriminación. Centenas de ellas, tienen el firme deseo de formarse académicamente, de investigar, de brindar soluciones a problemáticas que viven y observan, pero con la limitante de recursos y la consecuente necesidad de ser apoyadas para dar inicio o continuidad a sus estudios.  

La educación y la transformación social

Conforme a  los enfoques de concientización sobre el rol de la mujer, denominados Women in Development (WID) y Gender and Development (GAD), establecidos entre los 70’s y 80’s  por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el brindar acceso a la educación a las mujeres, representa un enorme beneficio socio-económico, bajo la premisa de que una mujer formada académicamente, incidirá de forma más positiva no solamente para ella, sino para sus hijos y familia en general, creando un ambiente de mejora económica y bienestar social a mediano plazo para la región donde resida (Razavi, 1995). Y, si bien estos modelos de referencia WID-GAD-ONU han quedado ya rezagados, y podrían considerarse incluso utilitaristas (dado que únicamente veían el beneficio de educar a las mujeres, basado en retornos económicos a familia e hijos), lo cierto es que la educación es una extraordinaria estrategia para promover, no solo el bienestar familiar, sino el empoderamiento de las mujeres, la reducción de brechas salariales e incluso el acceso a mejores oportunidades a grupos considerados históricamente como vulnerables.

Es indudable el hecho de que en México la participación de las mujeres en la ciencia presenta aún retos relevantes. Si bien no se tiene el dato exacto, considerando las limitantes a las que se enfrentan los individuos pertenecientes a etnias, hablando del nivel de acceso a estudios de nivel superior, es muy probable que exista una gran diferencia entre los estudiantes de origen indígena y los que no lo son. Esta población muy probablemente se vea aún más reducida, si hablamos de mujeres que cursan estudios en áreas de ciencias. Por ejemplo, dentro del Sistema Nacional de Investigadores, únicamente el 37% del padrón (un aproximado de 10,683) son mujeres (CONACYT, 2019a).

Afortunadamente, para poder ir reduciendo estas brechas, diversas iniciativas se han creado en México, las mismas buscan promover la creación de espacios que inviten no solamente a la conversación, sino a la integración y desarrollo de mujeres indígenas en la comunidad científica. Establecer redes de colaboración dentro del ámbito académico y científico es crucial, y para el caso de las mujeres científicas de origen indígena esto no es la excepción.

Es por eso que, en los últimos años, han surgido iniciativas con el fin de impulsar espacios de divulgación del conocimiento. Tal es el caso de la Red de Conocimiento STEM para las investigadoras indígenas, que surgió en cierta medida, como resultado del Foro Anual de Posdoctorantes Indígenas STEM, una iniciativa del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el International Development Research Centre (IDRC) de Canadá, durante el mes de noviembre del año pasado, donde 12 becarias de origen maya, otomí, tsetsal, mazateca, mixteca, mam y zapoteca, explicaron sus investigaciones académicas y el impacto social de las mismas (CONACYT, 2019b).

Así mismo, existen de manera institucional algunas iniciativas de fomento a las vocaciones científicas en las nuevas generaciones de mujeres indígenas. Tal es el caso del Programa de Incorporación de mujeres indígenas a posgrados para el fortalecimiento regional, la convocatoria de becas complementarias del Programa de fortalecimiento académico para indígenas, (que les brinda a las mujeres que son becarias de posgrado, un apoyo adicional para la adquisición de recursos materiales para el avance de sus investigaciones y trabajo de campo) y, para el caso de aquellas que ya hayan iniciado su formación científica y deseen impulsarla, se encuentra el Programa de Estancias Posdoctorales para Mujeres Mexicanas Indígenas en STEM. Todas estas iniciativas son coordinadas por el CONACYT.

Formación científica y saber tradicional ¿Es posible?

En los estudios de género existe un término muy usado, denominado sororidad, que es alusivo a la capacidad de cooperación entre mujeres, independientemente de su estatus social, etnia, creencias religiosas y nivel académico, entre otros.

La sororidad en las comunidades indígenas es algo no solamente existente, sino de gran importancia al interior de los núcleos comunitarios. Esta capacidad, puede propiciar a que las mujeres de dichas comunidades que tengan la oportunidad de acceder a la formación académica y científica, puedan contribuir con especial interés al desarrollo de sus comunidades de origen; como menciona la Dra. Moo Koh, “En lo personal, podría decir que una científica no indígena se va a ir más al conocimiento básico y no se lo va a llevar a la comunidad. Una científica indígena va a querer ayudar a la comunidad de donde salió” (sic; Moo Koh, 2019). 

Este sentido de pertenencia y deseo de contribuir a sus comunidades, puede motivar por lo tanto a la creación de proyectos en los que una fusión entre la ciencia y el saber tradicional se vislumbra como posible. Un claro ejemplo es el caso de la candidata a Doctora Tania Eulalia Martínez Cruz[1], galardonada en 2016 con el Premio Nacional de la Juventud, cuyas investigaciones sobre las prácticas de manejo de suelo, las políticas públicas agrarias establecidas en los diferentes sexenios, el maíz nativo y la diversidad biocultural de los pueblos, se encuentran impregnadas por su cosmovisión, su conciencia social y su deseo de promover un desarrollo agrícola más inclusivo en México.

Por las diversas razones mencionadas anteriormente, apoyar por lo tanto la formación de vocaciones científicas en mujeres indígenas, si bien puede ser un enorme reto para ellas y para las instancias que las apoyan, genera impactos significativos.

La relación que se puede dar entre el conocimiento tradicional y ancestral para la mejora en la calidad de vida, el cuidado de los niños, la salud y del medio ambiente, que muchas de estas mujeres reciben transmitido de manera intergeneracional, la cosmovisión de sus saberes indígenas, combinado con el conocimiento científico que ellas adquieren y el avance tecnológico que le acompañe, aunado al fuerte lazo que une a dichas mujeres con sus comunidades de origen,  puede representar una amalgama perfecta, que sirva en beneficio no únicamente a las científicas, sino a sus comunidades, brindando  mayor prosperidad a las mismas y a la sociedad mexicana en general, contribuyendo al progreso socioeconómico del país y a la creación de una comunidad científica más pluralista.

 Referencias:

CONACYT (2019a).  Género y Ciencia. Extraido desde: https://www.conacyt.gob.mx/index.php/el-conacyt/genero-y-ciencia

CONACYT (2019b). Mujeres indígenas se apoderan de la ciencia en el Primer Foro Anual de Posdoctorantes Indígenas STEM. Extraído desde: https://www.ciesas.edu.mx/mujeres-indigenas-se-apoderan-de-la-ciencia-en-el-primer-foro-anual-de-posdoctorantes-indigenas-stem/

[1] Entrevistas a la candidata a Doctora, Tania Eulalia Martínez Cruz: https://p.dw.com/p/2z0Wi; https://www.lja.mx/2017/11/cientifica-mexicana-busca-conjuntar-conocimiento-agricola-ancestral-nuevos-metodos-tecnologias/  y http://www.cienciamx.com/index.php/sociedad/personajes/10024-los-suenos-se-pueden-alcanzar-tania-martinez

INEGI. (2015). “Numeralia indígena 2015”, en Indicadores Socioeconómicos de los Pueblos Indígenas de México, 2015”, CDI, México, 2015. Extraido de: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/239941/02-numeralia-indicadores-socioeconomicos-2015.pdf

Moo Koh, F. (2019). Inician Red en México de Científicas Indígenas. Revista Voces Feministas. Extraído desde https://vocesfeministas.mx/inician-red-en-mexico-de-cientificas-indigenas/.

Razavi, Shahrashoub; Miller, Carol (1995). «From WID to GAD: Conceptual shifts in the Women and Development discourse» (PDF). United Nations Research Institute Occasional Paper Series. United Nations Research Institute for Social Development. 1: i. Extraído desde: https://unrisd.org/unrisd/website/document.nsf/ab82a6805797760f80256b4f005da1ab/d9c3fca78d3db32e80256b67005b6ab5/$FILE/opb1.pdf

Semblanza de la autora

Vivian Cuevas Caballero. Apasionada por la Educación Superior, en especial, por la búsqueda de la integración de la dimensión internacional y perspectiva de género en Universidades. Integrante del comité de evaluadores para el Consejo Quintanarroense de Ciencia y Tecnología. Miembro de la Sociedad Mexicana en Educación Comparada y la Asociación Mexicana para la Educación Internacional.

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Esta entrada es el resultado del taller Escribir para divulgar, donde los participantes han empezado a desarrollar habilidades de escritura, para compartir eso que saben o que les gusta acerca de la ciencia y la tecnología.

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