Mini actividad #19 «Detonaciones microtextuales»

Actividades de creación literaria para jóvenes y adultos.

Imparte: Deniss Guerra

Esto no acaba hasta que se acaba. Segunda parada de nuestro maratón.

Va la siguiente mini actividad de detonaciones microtextuales. En esta ocasión con una increíble selección de pinturas del artista canadiense Chris Austin.

Actividad #19

Instrucciones

Deberás escribir una minificción basada en la secuencia de imágenes que te dejamos abajo. Como regla deberás agregar la siguiente frase «cuando despertó…», recuerda puede ser al inicio, en medio o al final.

No olvides:

  • Título de al menos 6 palabras
  • Usar la secuencia de fotos como base
  • Usar la frase «cuando despertó»
  • No más de 100 palabras sin contar el título.
  • Límite domingo 31 de mayo 23:59 hrs.
  • Subir el texto a la sección de comentarios.
  • Firmar con nombre o seudónimo.

Recomendaciones

Siguiendo con lo no convencional como los tiburones flotando, les dejamos una seleción muy particular.

7 Replies to “Mini actividad #19 «Detonaciones microtextuales»”

  1. ¡No lo dudes y nada hasta la orilla!
    El auditorio estaba repleto, se interpretaba «Jaws» un estupendo concierto del compositor Jonh Williams en manos del virtuoso tubista Samudra. El concierto terminó y Samudra fue a casa cansado de aplausos y ovaciones. Se preparó para ir a la cama y encontrar el sueño, no reparó en ciertos detalles de peligro que la realidad gritaba, la sábana mojada, la atmósfera salada, la sombra en la ventana; en su cabeza sólo resonaban dos siniestras notas que se repetían una y otra vez. De pronto, lo sintió; instintivo, implacable, presionando su frágil cuerpo entre sus dos mandíbulas. Cuando despertó, el dolor era insoportable.

    1. Ajelet, qué linda imagen «no reparó en ciertos detalles de peligro que la realidad gritaba» me parece que además dice mucho de lo exhausto que estaba Samudra. La atmósfera salada, padrísima. Logras una pesadilla diurna en la realidad del personaje. Y muy padre el final. Muchas gracias.

  2. «¿Qué ha sido de ti, amigo?»

    Hace ya meses que no salía. Extrañaba el olor, el movimiento del mar, el mecerse sobre la superficie esperando jalar la caña y sacar, quizá un mero, quizá barracuda o, si tiene suerte, atún. También extrañaba a Román. Lo encontró como huevecillo, lo puso en una alberca suficientemente grande, lo cuidó y cuando tuvo suficiente tamaño lo llevó al mar y en un cerco hecho de red de pesca lo siguió cuidando hasta que fue adulto y lo liberó. De vez en cuando rondaba su lancha cuando salía a pescar y después desaparecía, sabía que debía pescar.
    Pasó otra larga noche de nostalgia. Cuando despertó, Román nadaba junto a su ventana.

    1. Román, muchas gracias por participar. Creaste una atmósfera de realismo mágico muy padre donde tu final no resulta extraño, sino con cierto misterio que ya vienes construyendo en tu texto. Está genial que no reveles explícitamente quién o qué es Román. Gracias

  3. Un tiburón afuera de mi hogar
    El cielo se desplomo, al impacto con el suelo este se sumió y el mar se elevo para re-colorear la bóveda celeste. La tierra se convirtió en un océano y viceversa. Vi un tiburón por la ventana ¡Aquel quería devorarme! Me aleje y fui a esconderme entre las sabanas. Espere a que su sombra desapareciera, al fin ya no estaba. Sentí alivio pero de pronto mi cama empezó a tambalearse. Rápidamente salte y al instante salio el tiburón debajo. Grite del susto al abrir los ojos. Sólo había sido un sueño pero cuando desperté el tiburón estaba afuera

    1. Uriel, muchas gracias. Qué increíble tu primera oración, es una explosión de situaciones e imágenes muy lindas, (nuevamente te comento, échale un ojo a la ortografía y acentos, tu frase es hermosa, pero la falta de tildes cambia el sentido de algunas palabras). Me parece que cierras bien el cuento haciendo redondo con el inicio donde mar se eleva. Gracias.

  4. La encantadora historia de Matilda y el tiburón

    Ella lo veía todas las mañanas en las praderas navegando en medio del aire como si de agua se tratara, la creían loca, “¿quién ve tiburones surcando los cielos?” le decían sus padres avergonzados. Por un tiempo trató de convencerse de que era mentira, incluso dejó de salir a las montañas y cuando estaba a punto de olvidarlo por completo se lo topó un día en la ventana de su habitación, se había encariñado con él. Cuando despertó su madre vio una sombra a través de las persianas: “No es gracioso Matilda”, su padre encontró un gran bulto vivo entre las sábanas con montones de colmillos y de gran tamaño “Nos estás volviendo locos” le dijo. Así que Matilda decidió liberarlo y el bello animal salió revoloteando entre palomas directo al más allá donde un día se volverían a encontrar.

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